domingo, febrero 12, 2006

Nos mudamos



Queridos alumnos y lectores ocasionales:
Nos mudamos a la web de nuestro Instituto. Alojamiento que debemos al buen hacer y a la buena voluntad y atenciones que nos regalan Joan Estalrich y Carles Ferrer.
¡¡¡¡Ahí nos vemos!!!!!

miércoles, febrero 01, 2006

Más sobre los personajes históricos de La reina Margot


Enrique II (1519-59), padre de Margot, continuó los antiguos enfrentamientos contra Carlos I de España (Carlos V), y luego contra Felipe II, apoyando el protestantismo en Alemania mientras lo reprimía en el interior de Francia. Con él abandonó Francia sus pretensiones sobre Italia.


Tuvo diez hijos con Catalina de Médicis, tres de los cuales se sucedieron en el Trono y fueron los últimos monarcas de la Casa de Valois, cuyos reinados estuvieron marcados por la guerra civil entre católicos y protestantes:


Francisco II (1544-60), casado con María Estuardo, reina de Escocia (1558), dejó el poder en manos de los Guisa, tíos de su mujer. Murió sin descendientes y le sucedió su hermano menor, Carlos IX (1550-74).



Carlos IX (que aparece en la película reinando)reinó de 1560 a 1574, y murió a los 24 años. Es un hombre completamente dominado por su madre, Catalina de Médicis (quien, en cambio, apenas había tenido influencia política durante los reinados de su esposo, Enrique II, y de su primogénito, Francisco II). Sufrió intensamente por la preferencia que su madre tuvo por su hermano Enrique y se refugió en la amistad del Almirante Coligny. Intentó la reconciliación con los protestantes casando, con la ayuda de su jefe de filas, al rey de Navarra (futuro Enrique IV) con su hermana Margarita (1572). Sin embargo, permitió que los extremistas católicos dieran al traste con la reconciliación en aquel mismo año, provocando una matanza de protestantes en la «Noche de San Bartolomé», noche que fue planeada por Catalina, Enrique, su hermano y Guisa.


Murió sin dejar herederos legítimos y le sucedió su hermano Enrique III (1551-89), rey electo de Polonia desde 1573,que era el favorito de Catalina de Médicis y que reinó en Francia entre 1574-1589).Antes, era ducque de Orleans y de Anjou. Partidario de la línea de reconciliación auspiciada por los políticos para poner fin a las guerras de religión, se vio atrapado entre los dos bandos en la Guerra de los Tres Enriques (1586-87), después de que la muerte de su hermano convirtiera al protestante Enrique de Navarra en heredero de la Corona francesa. El partido católico, encabezado por Enrique de Guisa, le obligó a abandonar París, lo que decidió al rey a hacerle asesinar en los Estados Generales de Blois (1588).


Enrique de Guisa había sido, además, uno de los amantes más notorios de su hermana Margot, y su poder y su arrastre popular eran muy grandes, por lo que decidió asesinarlo cobardemente con una cantidad ingente de personas reclutadas entre sus Mignons.




Quedó así abierto el camino para que Enrique de Borbón, marido de Margot, que era ya el monarca navarro, accediera al Trono francés como Enrique IV al morir Enrique III (asesinado), sin descendencia. Con el segundo hermano de Margot (ex rey de Polonia) se extinguió la dinastía real de los Valois.


Otros personajes que aparecen en la película son el Almirante Gaspar de Coligny, jefe de los ejércitos de Francia y protestante, y por tanto, enemigo de la reina Catalina de Médicis (que aún así le apoyó interesadamente en las guerras contra España que se llevaban a cabo en los Países Bajos).





Poseemos algunos retratos de la reina Margot, como éste pintado por uno de los
Clouet (retratistas de la corte francesa):


sábado, enero 28, 2006

Ritmo de los versos



Ritmos de los versos:

Acentos métricos:

Anapéstico _ _ _/

Anfibráquico _ _/_

Dactílico _/ _ _

Trocaico _/ _

Yámbico _ _/ _ _/

Tipos de endecasílabos:

Enfático: 1º, 6º, 10º

Heroico o Yámbico: 2º, 6º , 10º

Melódico: 3º,6º,10º

Sáfico: 4º,6º / 8º,10º

De gaita gallega: 4º, 7º, 10º

Impropio: 4º, 10º

Propio: 1º,2º,3º--10º

Tomado de ‘Terminología literaria básica’ Equipo de trabajo Logos. UAB

jueves, enero 26, 2006

La película de este trimestre: La reina Margot


Sinopsis:
Es hermosa, católica, es la hermana del rey y su nombre es Margarita de Valois (Isabelle Adjani). Su hermano, el rey de Francia, la llama Margot. Él es protestante, se dice que es un mal educado, que va sin afeitar y que huele a ajo y a sudor. Se llama Enrique de Navarra (Daniel Auteuil). Se ven obligados a casarse. Se trata de una maniobra política. Hay que reconciliar a los franceses, divididos por las guerras de religión. Eso es lo que quiere Catalina de Médicis, regente en lugar de su hijo – el rey Carlos IX, pero Catalina también quiere decapitar a las facciones, eliminar a su líder y neutralizar a los protestantes. La Noche de San Bartolomé tiene lugar... Durante la masacre, un joven lleno de heridas de espada llama desesperado a la puerta de Margot. La Môle es protestante y debe morir como el resto.
Basada en la novela de Alejandro Dumas, fue un gran éxito en su día y es una poderosa superproducción francesa - también participan Italia y Alemania - que demuestra la capacidad del cine galo para salir airoso en empresas de alta envergadura en cuanto a la dirección artística, diseño de producción, ambientación, etc.

Ficha técnica:
TITULO ORIGINAL La reine Margot
AÑO 1994
DURACIÓN 137 min.

DIRECTOR Patrice Chéreau
GUIÓN Danièle Thompson
MUSICA Goran Bregovic
FOTOGRAFÍA Philippe Rousselot
REPARTO Isabelle Adjani, Daniel Auteuil, Jean-Hughes Anglade, Miguel Bosé, Dominique Blanc, Bruno Todeschini, Vincent Pérez, Virna Lisi, Pascal Greggory, Claudio Amendola, Asia Argento
PRODUCTORA Coproducción Francia-Italia-Alemania

miércoles, enero 18, 2006

La Celestina, de Fernando de Rojas



1.La Celestina
La Celestina se publica en 1499, sin el nombre del autor, que viene incluido en unos versos acrósticos cuya inicial forma parte del nombre: Fernando de Rojas. Se trata de una obra que no pertenece a un género muy común: es una comedia humanística o una novela dialogada, pero no una obra teatral porque, como hemos visto, para representarla se necesitarían más de nueve horas.
La técnica dramática no es externa al diálogo, sino que está implícito en él.
Hay también descripciones. Conocemos por ella el aspecto físico de la Celestina y otros personajes, así como descripciones del jardín donde tienen lugar los encuentros de los amantes o del 'laboratorio' de magia de la Celestina.
La novedad reside en que la sensatez y el sentido realista y práctico de la vida están en los personajes de clase
baja. Ellos ironizan sobre la estupidez de los señores (caso de el criado de Calisto en la escena que leímos en clase).
La acción es paralela: por un lado, la historia de Calisto y Melibea. Por otro, la historia de celestina y los criados. La deuda que ella contrae con ellos y que no paga, su asesinato, la muerte de los criados...todo ello mucho más interesante que la historia más o menos tópica de los amantes. El suicidio final de la protagonista está dentro de la cultura clásica (Dido suicidándose tras la partida de Eneas en la Eneida de Virgilio, por cierto, no dejéis de oír esta hermosa aria, una de las más bellas jamás escritas).
la educación liberal y proto-burguesa de Malibea choca con la anticuada y cursi de Calisto. La inutilidad de su clase ( de caballero) ya es evidente en esta época. Calisto no sabe hacer nada: es un ser inútil, ni siquiera sabe conquistar a Melibea, porque rompe las normas del amor cortés al abordarla tan groseramente en el primer acto.
Pero ella debe ser 'hechizada' para caer enamorada de él. Esta es una historia tópica, que está escrita mil veces antes en las novelas pastoriles, por ejemplo (como La Diana de Montemayor) . Pero la historia de la celestina es original, original en el tratamiento que otorga igualdad de protagonismo a los personas de clase baja, la alcahueta y los criados y las prostitutas que trabajan para la celestina. Sin que esto haga de la obra una comedia. En la literatura anterior, los criados son siempre cómicos, no trágicos como lo son en esta obra. Por ello se le da el subtítulo de Tragicomedia.
Por otra parte, la utilización del tiempo es muy moderna. Hay multitud de referencias sobre la brevedad del tiempo y la rapidez de los acontecimientos de la vida. Se ha dicho incluso que los personajes de esta obra no piensan en la otra vida (otro punto original, la religión está ausente). Melibea se suicida, pero no le importa el castigo eterno que esto conlleva en su cultura judeocristiana. Este punto se ha relacionado con la acusación inquisitorial que se le hizo al suegro del bachiller en leyes Fernando de Rojas por no creer en la vida eterna.
En la primera versión ( comedia) todo sucede en tres días. En la segunda (de cinco actos más), se alarga el tiempo a un mes y se incluyen los encuentros de los enamorados. Aquí todo cambia: se da una dimensión de tiempo psicológico (acto 10), cuando Melibea y celestina hablan. Y hay un tiempo implícito o elisión de tiempo, cuando se han desarrollado hechos que nosotros no hemos sabido o visto.

domingo, diciembre 18, 2005

Segundo Trimestre: Comentario de Texto ( 4 ) Emma Zunz, de Jorge Luis Borges



El catorce de enero de 1922, Emma Zunz, al volver de la fábrica de tejidos Tarbuch y Loewenthal, halló en el fondo del zaguán una carta, fechada en el Brasil, por la que supo que su padre había muerto. La engañaron, a primera vista, el sello y el sobre; luego, la inquietó la letra desconocida. Nueve diez líneas borroneadas querían colmar la hoja; Emma leyó que el señor Maier había ingerido por error una fuerte dosis de veronal y había fallecido el tres del corriente en el hospital de Bagé. Un compañero de pensión de su padre firmaba la noticia, un tal Feino Fain, de Río Grande, que no podía saber que se dirigía a la hija del muerto.

Emma dejó caer el papel. Su primera impresión fue de malestar en el vientre y en las rodillas; luego de ciega culpa, de irrealidad, de frío, de temor; luego, quiso ya estar en el día siguiente. Acto seguido comprendió que esa voluntad era inútil porque la muerte de su padre era lo único que había sucedido en el mundo, y seguiría sucediendo sin fin. Recogió el papel y se fue a su cuarto. Furtivamente lo guardó en un cajón, como si de algún modo ya conociera los hechos ulteriores. Ya había empezado a vislumbrarlos, tal vez; ya era la que sería.

En la creciente oscuridad, Emma lloró hasta el fin de aquel día del suicidio de Manuel Maier, que en los antiguos días felices fue Emanuel Zunz. Recordó veraneos en una chacra, cerca de Gualeguay, recordó (trató de recordar) a su madre, recordó la casita de Lanús que les remataron, recordó los amarillos losanges de una ventana, recordó el auto de prisión, el oprobio, recordó los anónimos con el suelto sobre «el desfalco del cajero», recordó (pero eso jamás lo olvidaba) que su padre, la última noche, le había jurado que el ladrón era Loewenthal. Loewenthal, Aarón Loewenthal, antes gerente de la fábrica y ahora uno de los dueños. Emma, desde 1916, guardaba el secreto. A nadie se lo había revelado, ni siquiera a su mejor amiga, Elsa Urstein. Quizá rehuía la profana incredulidad; quizá creía que el secreto era un vínculo entre ella y el ausente. Loewenthal no sabía que ella sabía; Emma Zunz derivaba de ese hecho ínfimo un sentimiento de poder.

No durmió aquella noche, y cuando la primera luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba perfecto su plan. Procuró que ese día, que le pareció interminable, fuera como los otros. Había en la fábrica rumores de huelga; Emma se declaró, como siempre, contra toda violencia. A las seis, concluido el trabajo, fue con Elsa a un club de mujeres, que tiene gimnasio y pileta. Se inscribieron; tuvo que repetir y deletrear su nombre y su apellido, tuvo que festejar las bromas vulgares que comentan la revisación. Con Elsa y con la menor de las Kronfuss discutió a qué cinematógrafo irían el domingo a la tarde. Luego, se habló de novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años, pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico... De vuelta, preparó una sopa de tapioca y unas legumbres, comió temprano, se acostó y se obligó a dormir. Así, laborioso y trivial, pasó el viernes quince, la víspera.

El sábado, la impaciencia la despertó. La impaciencia, no la inquietud, y el singular alivio de estar en aquel día, por fin. Ya no tenía que tramar y que imaginar; dentro de algunas horas alcanzaría la simplicidad de los hechos. Leyó en La Prensa que el Nordstjärnan, de Malmö, zarparía esa noche del dique 3; llamó por teléfono a Loewenthal, insinuó que deseaba comunicar, sin que lo supieran las otras, algo sobre la huelga y prometió pasar por el escritorio, al oscurecer. Le temblaba la voz; el temblor convenía a una delatora. Ningún otro hecho memorable ocurrió esa mañana. Emma trabajó hasta las doce y fijó con Elsa y con Perla Kronfuss los pormenores del paseo del domingo. Se acostó después de almorzar y recapituló, cerrados los ojos, el plan que había tramado. Pensó que la etapa final sería menos horrible que la primera y que le depararía, sin duda, el sabor de la victoria y de la justicia. De pronto, alarmada, se levantó y corrió al cajón de la cómoda. Lo abrió; debajo del retrato de Milton Sills, donde la había dejado la antenoche, estaba la carta de Fain. Nadie podía haberla visto; la empezó a leer y la rompió.

Referir con alguna realidad los hechos de esa tarde sería difícil y quizá improcedente. Un atributo de lo infernal es la irrealidad, un atributo que parece mitigar sus terrores y que los agrava tal vez. ¿Cómo hacer verosímil una acción en la que casi no creyó quien la ejecutaba, cómo recuperar ese breve caos que hoy la memoria de Emma Zunz repudia y confunde? Emma vivía por Almagro, en la calle Liniers; nos consta que esa tarde fue al puerto. Acaso en el infame Paseo de Julio se vio multiplicada en espejos, publicada por luces y desnudada por los ojos hambrientos, pero más razonable es conjeturar que al principio erró, inadvertida, por la indiferente recova... Entró en dos o tres bares, vio la rutina o los manejos de otras mujeres. Dio al fin con hombres del Nordstjärnan. De uno, muy joven, temió que le inspirara alguna ternura y optó por otro, quizá más bajo que ella y grosero, para que la pureza del horror no fuera mitigada. El hombre la condujo a una puerta y después a un turbio zaguán y después a una escalera tortuosa y después a un vestíbulo (en el que había una vidriera con losanges idénticos a los de la casa en Lanús) y después a un pasillo y después a una puerta que se cerró. Los hechos graves están fuera del tiempo, ya porque en ellos el pasado inmediato queda como tronchado del porvenir, ya porque no parecen consecutivas las partes que los forman.

¿En aquel tiempo fuera del tiempo, en aquel desorden perplejo de sensaciones inconexas y atroces, pensó Emma Zunz una sola vez en el muerto que motivaba el sacrificio? Yo tengo para mí que pensó una vez y que en ese momento peligró su desesperado propósito. Pensó (no pudo no pensar) que su padre le había hecho a su madre la cosa horrible que a ella ahora le hacían. Lo pensó con débil asombro y se refugió, en seguida, en el vértigo. El hombre, sueco o finlandés, no hablaba español; fue una herramienta para Emma como ésta lo fue para él, pero ella sirvió para el goce y él para la justicia. Cuando se quedó sola, Emma no abrió en seguida los ojos. En la mesa de luz estaba el dinero que había dejado el hombre: Emma se incorporó y lo rompió como antes había roto la carta. Romper dinero es una impiedad, como tirar el pan; Emma se arrepintió, apenas lo hizo. Un acto de soberbia y en aquel día... El temor se perdió en la tristeza de su cuerpo, en el asco. El asco y la tristeza la encadenaban, pero Emma lentamente se levantó y procedió a vestirse. En el cuarto no quedaban colores vivos; el último crepúsculo se agravaba. Emma pudo salir sin que lo advirtieran; en la esquina subió a un autobús, que iba al oeste. Eligió, conforme a su plan, el asiento más delantero, para que no le vieran la cara. Quizá le confortó verificar, en el insípido trajín de las calles, que lo acaecido no había contaminado las cosas. Viajó por barrios decrecientes y opacos, viéndolos y olvidándolos en el acto, y se apeó en una de las bocacalles de Warnes. Paradójicamente su fatiga venía a ser una fuerza, pues la obligaba a concentrarse en los pormenores de la aventura y le ocultaba el fondo y el fin.

Aarón Loewenthal era, para todos, un hombre serio; para sus pocos íntimos, un avaro. Vivía en los altos de la fábrica, solo. Establecido en el desmantelado arrabal, temía a los ladrones; en el patio de la fábrica había un gran perro y en el cajón de su escritorio, nadie lo ignoraba, un revólver. Había llorado con decoro, el año anterior, la inesperada muerte de su mujer - ¡una Gauss, que le trajo una buena dote! -, pero el dinero era su verdadera pasión. Con íntimo bochorno se sabía menos apto para ganarlo que para conservarlo. Era muy religioso; creía tener con el Señor un pacto secreto, que lo eximía de obrar bien, a trueque de oraciones y devociones. Calvo, corpulento, enlutado, de quevedos ahumados y barba rubia, esperaba de pie, junto a la ventana, el informe confidencial de la obrera Zunz.
La vio empujar la verja (que él había entornado a propósito) y cruzar el patio sombrío. La vio hacer un pequeño rodeo cuando el perro atado ladró. Los labios de Emma se atareaban como los de quien reza en voz baja; cansados, repetían la sentencia que el señor Loewenthal oiría antes de morir.
Las cosas no ocurrieron como había previsto Emma Zunz. Desde la madrugada anterior, ella se había soñado muchas veces, dirigiendo el firme revólver, forzando al miserable a confesar la miserable culpa y exponiendo la intrépida estratagema que permitiría a la Justicia de Dios triunfar de la justicia humana. (No por temor, sino por ser un instrumento de la Justicia, ella no quería ser castigada.) Luego, un solo balazo en mitad del pecho rubricaría la suerte de Loewenthal. Pero las cosas no ocurrieron así.

Ante Aarón Loewenthal, más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje padecido por ello. No podía no matarlo, después de esa minuciosa deshonra. Tampoco tenía tiempo que perder en teatralerías. Sentada, tímida, pidió excusas a Loewenthal, invocó (a fuer de delatora) las obligaciones de la lealtad, pronunció algunos nombres, dio a entender otros y se cortó como si la venciera el temor. Logró que Loewenthal saliera a buscar una copa de agua. Cuando éste, incrédulo de tales aspavientos, pero indulgente, volvió del comedor, Emma ya había sacado del cajón el pesado revólver. Apretó el gatillo dos veces. El considerable cuerpo se desplomó como si los estampidos y el humo lo hubieran roto, el vaso de agua se rompió, la cara la miró con asombro y cólera, la boca de la cara la injurió en español y en ídisch. Las malas palabras no cejaban; Emma tuvo que hacer fuego otra vez. En el patio, el perro encadenado rompió a ladrar, y una efusión de brusca sangre manó de los labios obscenos y manchó la barba y la ropa. Emma inició la acusación que había preparado («He vengado a mi padre y no me podrán castigar...»), pero no la acabó, porque el señor Loewenthal ya había muerto. No supo nunca si alcanzó a comprender.

Los ladridos tirantes le recordaron que no podía, aún, descansar. Desordenó el diván, desabrochó el saco del cadáver, le quitó las gafas salpicadas y las dejó sobre el fichero. Luego tomó el teléfono y repitió lo que tantas veces repetiría, con esas y con otras palabras: Ha ocurrido una cosa que es increíble... El señor Loewenthal me hizo venir con el pretexto de la huelga... Abusó de mí, lo maté...

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios.

Ejercicios:
1,- Resume el cuento en 8-10 líneas.
2.- Busca las siguientes palabras o expresiones: zaguán, acto seguido, furtivamente (o furtivo), vislumbrar, chacra, ulterior, losanges, ínfimo, pileta, trivial, conjetura, ultraje.
3. Estructura del cuento (sus partes y la forma como está planteado).
4. Opinión personal razonada.
5. Breve biografía y bibliografía del autor.

Fecha de entrega: Lunes 30 de enero.


martes, diciembre 13, 2005

Deseos